12/12/06

excusas

-Nunca supe muy bien como definirlo – me dijo, ambas manos rodeando la loza blanca de la taza, adquiriendo su calor- A veces lo calificaba a bandazos, de un extremo al otro. Es solo un polvo, y además, no solo está mejor callado, si no que era mucho mejor en mi imaginación. Lo cierto es que esta forma de enfocarlo me venía bien. Pero era igual de falsa que aquella otra, más alta, en la que decía que no había podido hacer nada para evitarlo. Que no se le pueden poner cadenas al mar, y que el corazón va por donde quiere y bla, bla, bla...

Tenía una sonrisa colgada en la boca. Mientras hablaba. Me producía curiosidad aquel rastro de cinismo. Parecía no ser consciente de su propia transparencia. Bebió un sorbo de te, pensativa. Parecía más estar poniendo en orden sus ideas, que contándomelo a mí. Tal vez, pensé, aún tiene cuentas que ajustar consigo misma.

- No me lo esperaba- confesó mirándome a los ojos- Nunca pensé que me iba a pasar aquello. Incluso cuando estaba con él, y todo saltó de mis manos, y salió rodando y avasallando y haciendo que todo temblara, ni si quiera entonces pude llegar a tiempo para ser consciente. Yo he vivido siempre aquí, tú sabes lo que significa eso. Sencillamente aprendí a callar algunas cuestiones. Las complicadas. Las que cuesta entender. Algunas por las que hasta tú arrugas la nariz. - Era verdad. Mara siempre me había parecido una persona compleja. Demasiadas preguntas- Sospecho que simplemente pensé que nunca iba a encontrar a alguien que lo entendiera. Así que escondí, como recortes de algo inservible, aquellas partes raras de mí misma. Y conocí a Manu. Es imposible no querer a Manu, su forma de aceptarlo todo, su vitalidad. Su ternura. Por eso Camus fue totalmente inesperado. Caer así de conscientemente, simplemente saber que estaba allí, que era el eco de mis palabras, que a cada pliegue suyo le correspondía una doblez en mi mente.

Mara tomó otro sorbo, como aún luchando con algo, vagamente.
-¿Te enamoraste de él?- acerté a preguntar, estúpidamente. Ella sonrió.
-No era eso. Yo ya estaba enamorada de Manu, y no podía hacer nada contra eso. Ya le había dado todo lo que era. Y con tanta suerte que él se había dado en la misma medida.
Camus, sencillamente llegó fuera de tiempo. Le he buscado toda la vida. Le esperé siempre. Pero creí que no existía. Así se quedó.

-Y te arrepientes...
- No, que va- Sus ojos brillaron- Estoy feliz de saber que existe.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Voy a estar pegado a tu sorpresa.
Porque de repente,
me ha hecho muy feliz saber que existes.

Anónimo dijo...

Aprender a callar las cuestiones más complicadas? No sé, yo creo que siempre terminan saliendo, y que cuanto antes salgan mejor... Si alguien se asusta pues mira tú...

Sí que es compleja Mara, sí ;)

Andrés dijo...

"Caer así de conscientemente, simplemente saber que estaba allí, que era el eco de mis palabras, que a cada pliegue suyo le correspondía un doblez en mi mente".


Dios mio, qué bello!!

Gracias por las palabras.

Delicioso post
Me encanta tu blog...

Pasate por casa cuando quieras... tengo mate calientito!



A.-

ybris dijo...

Pues parece claro que no era sólo un polvo.
Era lo inevitable, lo que ya existía desde mucho antes.
A veces lo real llega ya fuera de tiempo.

Besos.